domingo, 18 de abril de 2010

Capítulo I - Nacimiento

Un sonido se mueve en mi cabeza, y lentamente abro mis ojos, me encuentro en una habitación que no reconozco. Con mis sentidos aún dormidos y la cabeza pesada comienzo a examinar mi cuerpo. Me descubro parcialmente desnudo, salvo por una bata de cirugía que no deja mucho a la imaginación, mi cuerpo que se siente frío y mi piel que se ve cadavéricamente azul. Me doy cuenta que sobre lo que me encuentro acostado es una mesa metálica que ocupa el centro de una habitación, iluminada tenuemente por una luz roja que no logro descifrar. No recuerdo haber llegado hasta allá, y miles de preguntas asaltan mi recientemente despierta consciencia. ¿Tuve un accidente? no recuerdo haber estado en un accidente en toda mi vida, lo último que recuerdo es… ¿dónde estoy? ¿Dónde debería estar? Parece que he perdido la memoria. Siempre había creído que las historias de gente que sufre amnesia eran solo mitos, creados para hacer interesantes las historias fantásticas de las series de televisión y las novelas que ven las señoras en la tarde. No tengo recuerdos sobre nada anterior a esto, solo una leve sospecha de que existo. Me siento como un recién nacido, vulnerable en un mundo desconocido, iniciando un camino que no escogí. Sin recuerdos no tengo evidencias que sustenten que he existido. No recuerdo ninguna familia, ningún amigo, nadie con quien haya hablado antes, pero sin embargo comprendo las ideas abstractas que encierran estos conceptos. Entre las dudas y terrores que se comenzaban a despertar en mi cerebro, seguía constante la sensación de un frio creciente, única prueba de yo que existía, pero por mucho que quisiera conservar esa sensación, en algún momento debería levantarme, de lo contrario mi cuerpo se enfriaría cada vez más, y sería cierto que no existiría más.

Me levanto con gran esfuerzo, mi cuerpo se siente extraño, difícil de controlar. Atribuyo esto al frio que se ha apoderado de mi cuerpo. Me siento en la camilla con las piernas colgando, muevo los brazos y todo mi cuerpo para que entre en calor, los movimientos se sienten más que torpes, como si no supiera controlar mis propias extremidades. A medida que mi cabeza se siente más despejada, un pequeño murmullo se va metiendo por mis oídos, pequeño murmullo que va creciendo, un ruido extraño me perfora la cabeza como un taladro de dentista. Siento ensordecedoras voces, aullidos; y luego se suman a este complot auditivo miles de olores, cada uno tan específico que abruma mis sentidos por sí solo, luego mi piel, que se siente en llamas, cada ligera brisa aporrea mi piel como papel de lija. Un festín de sentidos que bastarían para enloquecer a cualquiera, y empeora cuando los sentidos comienzan a mezclarse, comienzo a oler sonidos a ver olores, escuchar imágenes, mi cerebro confundido no descifra todo eso, quiere gritar. El mundo comienza a perder consistencia y siento que me desmayo. Mientras caigo al piso ideas se agitan como relámpagos en mi cabeza, pasando tan deprisa que no logro ver ninguna. Caigo al piso con un golpe seco que ni siquiera siento, mientras que el tiempo se detiene y mi realidad se transforma en una espiral de sentidos indistinguibles. Una sensación de fuerza descomunal y locura recorre mi consciencia, así es mi consciencia se desdibuja, y parece que voy a perder la razón. Sin embargo de algún lugar surge una fuerza que logra apaciguar mis sentidos desbocados, como un chorro de agua fría, me regresa de golpe a mis cabales. Abro de nuevo los ojos y me encuentro en el piso sobre un charco nauseabundo de vomito y sudor. Al menos ya no sentía frio. Continuar

Escribiré

Comienza justo ahora la necesidad de escribir nuevamente. Continuar la historia que llevo unos 7 meses dormida.