jueves, 2 de septiembre de 2010

Bostezo

Llevandose la mano a la boca, bostezó, llevaba varias horas esperando a entrar. Se sentía en el ambiente una sensación de agobio. la silla donde estaba sentado se repetía a lo largo de un tubo de metal, en seis repeticiones. Era de plástico negro, y de reojo siempre veía la sombra de una de esas sillas lo cual le causaba bastante desasociego, pues esta silla siempre le parecía que fuera alguien que lo estaba acechando. Bajo la silla se sostenía el pasillo rematado por una recepción con una mujer sentada leyendo una revista en las mismas condiciones, bostezando igual. El escritorio, escueto, ostentaba un teléfono como quebrantador único de la monotonía que dirigía esta superficie que al trepar a bruptamente verticalmente cambiaba de color y continuaba en direcciones opuestas, encerrandolo todo en una agobiante espacio. de esta pared colgaba un bombillo de luz titilante, como si estuviera en los estertores de su agonía sufriendo infinitamente por escupir los últimos fragmentos de aquella luz que casi se le iba de sus manos, iluminando una puerta entreabierta de la que salían sonidos calmos y pausados. De vez en tanto unos pasos cambiaban la textura de la piel del hombre que esperaba, poniendose ligeramente brillante a causa del sudor que se asomaba, esperando poder levantarse y entrar por fin. Los pasos de pronto se silenciaban haciendo relajar los sentidos del hombre de nuevo y sumiéndolo en sus pensamientos. entró aire en los pulmones de un hombre que esperaba, en violenta e incontrolable reacción al adormecimiento que su cerebro intentaba suprimir con el bostezo, una mancha negra, parte de la silla del lado en la que estaba sentado se le asemejaba, vista con el rabillo del ojo, a alguien que estuviera vijilándolo. Miró pausadamente al otro lado, la recepcionista que lo había dejado entrar leía una revista, única distracción de la monotonía de aquel escritorio pobremente amoblado, con tan solo un teléfono sobre el. Un sonido de pasos leves llegan hasta el oido de ambos, salen de la puerta por la cual espera entrar, que está entrabierta. Se prepara para ponerse de pié y entrar, pero el sonido de pasos se pierde gradualmente hasta cesar. Decepcionado se acomoda nuevamente sobre su silla de plástico, y bosteza.