domingo, 5 de octubre de 2008

“El oficio de ser poeta es el oficio de quererse enamorar.”

Cuando siento que la semilla del amor puede germinar como un árbol frondoso y que da sombra y da descanso, siento que mi vida puede comenzar a pensar en florecer. Una semilla que crece en terreno fértil, regada con agua de múltiples detalles. Corazón de hielo que es derretido con facilidad por la ternura y la atracción. Terreno fértil, campo de tréboles, mullida cesta, flor de ojos, recipiente de canciones. Tomar una canción pasarla por entre tus labios y tus cuerdas vocales, con la delicadeza de un artificiero tomar en el aire las notas, justo antes de que pinten con su armonía el silencio, amarrarlas con una cintita y guardarlas en el bolsillo, para poder escucharlas en el momento que haga falta.

Mi amor es inocente, soñador, mi amor ignora la realidad y pinta una fantasía, para poder escalar por esta el vacío que hay en el mundo, subir hasta la cima y poder estar nada mas los dos, y desde lo alto y a solas como el secreto misterioso que es, ver la joya incalculable que existe en el pecho de la musa... parece que, solo me enamoro de musas.

1 comentario:

--Tezna-- dijo...

Campo de tréboles... a veces tréboles inestables, perdidos, débiles, suceptibles, melancólicos... o a veces tréboles de tres o menos hojas.