sábado, 8 de diciembre de 2012

Boceto en un parque de noche


Un hombre camina, lentamente. Bajo sus pies pasa el camino de ladrillos del parque a cada paso. Eran ladrillos rojos, y por entre las grietas se asomaban hojas de hierba que brillaban húmedos por el rocío bajo la luz de la luna. Un cigarrillo en su boca se consumía, las cenizas caían bajo la inercia de cada paso.
Pensativo recorrió todo el camino hasta que se sentó en una banca, a la que le limpió la humedad con un pañuelo azul que sacó del bolsillo.

Había dejado de llover hacía poco, y en una banca del parque, un hombre con sombrero y un pesado gabán se veía sentado mientras fumaba un cigarrillo en silencio. En su cara se veían las líneas de una preocupación profunda.
Se podría decir que a esa hora de la noche, encajaba perfectamente esa silueta con el lújubre estado del parque, como si fuera parte del ambiente; incluso podría decirse que era la estatua de un procer, de no ser por el copioso cigarrillo que fumaba.

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