sábado, 8 de diciembre de 2012

Nacimiento


Desgarra su cuello con afilados colmillos, hasta llegar a la arteria carótida, que perforada, derrama su sangre en las fauces de su eficiente depredador. La escena, sexual y voluptuosa, de repente se transformó en una comida caliente para ella, y en muerte placentera para el. Lo sedujo implacablemente, y se lo llevó al otro lado de la noche, y sin mucho esfuerzo lo devoró.

En el bar todo parecía normal, las mismas caras, los mismos tragos; el se sentó, pidió una cerveza para ir calentando la noche, y esperar que pasaba. En un momento de la noche, sintió una mirada sobre su espalda, fuego que lo quemaba detrás de el, y no pudo resistir la necesidad de girarse hacia aquella mirada. Sus ojos apenas daban crédito a lo que veía, una mujer de piel blanca, delgada y con un andar orgulloso, su cabello suelto, rizos rojos que parecían flotar sobre sus hombros. Se detuvo un momento en la entrada y miró directamente hacia el. Sus ojos lo hipnotizaron de inmediato, ojos profundos como la noche, desprovistos de humanidad. Simplemente lo miró un instante, se sonrió y caminó hasta sentarse en la barra.
El se paró de inmediato, y fue a sentarse a su lado. Tocó su hombro para llamar su atención y saludarla, pero apenas volteó, sus palabras desaparecieron. Sólo eran sus ojos los que hablaban, los de ella un abismo en el que los de el caían sin control.
Ella lo tomó de la mano, y lo condujo sin esfuerzo alguno hasta la calle, tomó su cara entre las manos y lo besó apasionadamente. El se separó de ella y paró un taxi, que los llevaría a un motel en algún lado de la ciudad.

Moribundo agradeció por todo, se sentía más vivo ahora que estaba a punto de morir, que en cualquier otro momento de su vida.

-- Termina de tomar mi vida - Susurró con lo poco de vida que aún le quedaba

-- Ahora serás mio mientras dure mi vida - Dijo ella, aún sobre su cuerpo que se enfriaba rápidamente, mientras derramaba una mirada condescendiente sobre el

Ella abrió una herida en uno de sus senos y lo puso sobre su boca.

-- Bebe - Le ordenó

El no tuvo otra elección que llenarse con el líquido delicioso que bajaba por su garganta, quemándolo y causándole un placer fuera de lo humano.

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