sábado, 6 de septiembre de 2008
Boceto de una rosa
Contemplando estaba, como siempre, abstraído en mi exterior, y vi que la rosa que mas amaba estaba por fin llegando a nuestra cita, y olía a disculpas, pero sus raíces se movían con su fragilidad habitual. Luego de algún tiempo acariciando sus pétalos con la boca, hablamos, yo leyendo la poesía que ella escribía en su sonrisa y ella escribiendo su nombre con una espina sobre mi corazón hinchado.
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1 comentario:
No hay otro como éste, que me encante más...
Forma perfecta... Perfecta unión...Y perfecto el poeta que la escribió =P
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