lunes, 22 de septiembre de 2008

Pesadillas recurrentes.

Insondables dudas que como dagas recorren mi cabeza, filosas, que se mueven circularmente, rebanando mis ideas con cada vuelta más profundo.

Lentamente un ¿por qué? pasa indolente por encima mío y comienza a aplastar mi mano, su peso es insoportable, toma mi mano aplastada y yo inmóvil, la levanta y comienza a moverla para que las fracturas duelan más. Es una criatura inmunda, erizada de errores por todos lados, dos feas suposiciones que le rodean la nariz. Después de un rato de tortura se va, y llegan a mí unos cuantos recuerdos y se quedan ahí, solo me miran, no dicen nada, no hacen nada, pero ahí están, y eso dice mucho, pero yo inmóvil. Mientras tanto llega un ¿cuándo? y comprendo entonces a qué vinieron estos recuerdos. Éste es inusualmente delgado, y tiene una certeza verde colgando del cuello. Tiene grandes uñas en sus manos, unas uñas filosas, y grandes, tienen forma de espina de rosa. Toma entre sus manos mi cabeza y comienza a abrirla con sus uñas, buscando no sé qué, y yo mientras tanto inmóvil. Finalmente después de un rato de torturas me puedo mover, y en ese mismo instante se desvanecen esos seres abstractos y amorfos, dueños de mis pesadillas. Miro hacia mi derecha y veo una esperanza acariciándome levementente el cabello intentando consolar mi llanto. Para evitar pensar en la extraña situación que acabo de vivir, camino un poco, las ideas se consolidan otra vez, pienso ya con mayor claridad, el sol se ve de nuevo brillante, la felicidad comienza de nuevo a nacer como una pequeña plántula con todas las ganas de algún día florecer. Me alegro mucho de la vida y comienzo a bailar, veo una flor y le tomo de las manos y bailamos juntos hasta que caemos ambos rendidos de tanto bailar. Estoy tan feliz que quiero compartir toda esa felicidad con alguien, y es cuando un gato maúlla a lo lejos, y veo que se acerca pesadamente un ¿por qué?, y yo inmóvil.

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